lunes, julio 12, 2010

Una gota de lluvia en la tormenta...

Una gota de lluvia en la tormenta
cantando el soneto de un ángel
endulzando el aire, de frescura inmaculada.
Sin frío, sin calor, sin odio, sin pena.
Una sonrisa de oscuridad,
un baile de dolores candentes y fallecidos
en locura inerte. Callada.
Callada y sonora como un poema escondido
en un corazón olvidado y perdido en cruz.
Golpes de serenidad. Esta serenidad desbandada
que rompió una cadena, luego otra y otra
y que al final rozó el cielo.
Un llanto. Un adiós llorado.
Un adiós triste que se dirá miles
de veces, que nunca será el definitivo.
Un adiós que no duele.
Un adiós con lágrimas dulces y
una alegría acunada, lista para seducirse.
Deseosa de abrazarme, deseosa de dormir
a mi lado. Una alegría desecha en melodías.
Desecha de canciones nunca escuchadas,
nunca regaladas,
y que, sin embargo, se escribieron en mi mente.
En mi cerebro callado. Silencioso.
Raptado en el prefacio de tu vida junto
a la mía. Una historia por contar,
de la que aún no escribimos el final.
Que aún deseamos esculpir.
Pernoctamos en su verso.
Cada letra que ha de escribirse
no la miramos con nuestros ojos.
Una historia que titulamos con el corazón.
Un corazón. Mi corazón.
El que se fugó junto a tus manos.
El que despertó con tu llegada y
sonrió al tocar tus palabras.
Aquél que cayó en coma cuando el tiempo lo empujó.
Aquél que se había pintado de llagas.
Aquél que buscó un huracán
y se hizo acólito de cada tormenta
que lo llamó por su nombre,
creyendo que su destino le pertenecía.
Tormentas llenas de heridas,
vomitando sangre invisible y gritona.
Que no dejaban ver luz.
Que no permitían oscuridad.
Que sólo ahora nos gritó la ceguedad,
y le dijo a este corazón “¡Despierta!
Despierta que debes mirar la lluvia.
Ya no te asustes de los truenos.
No desesperes. ¡No te escondas del cielo!
Mira esta lluvia. Mira que aun ahora
existe belleza.
Tu vida está en esta lluvia.”
Y logré mirar la lluvia sin que el
llanto espantara mi vista.
Y vi mi vida. Te vi a ti;
una gota de lluvia en la tormenta...

by Arkänus

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