Bajo la escarchada lluvia que humedece su rostro
yace lo que el silencio calló: palabras apuñaladas
por el dolor y la cordura.
No pudo escapar del inexorable destino que le aguardaba:
-Nadie es amo y señor de su propia vida- ,
dicen por ahí.
Le fue imposible distinguir el camino,
la densa niebla cegó los sentidos
y simplemente permitió perderse en el aguacero.
Sola, sentada a los pies de un roble se sitúa.
Yace quieta, como estatua de diosa inmortal
aguardando que acabe la tormenta.
Su frágil y pequeño cuerpo, amasijo inerte de carne y huesos,
clama el retorno de aquel desconocido amante...
su príncipe azul que se ha decolorado con el tiempo,
individuo que ha mutado a bestia infame.
Amado ángel. cuán demonio;
quien no vale una miserable gota de rocío
que brota y se desliza por las mejillas
de aquella... que alguna vez fue amada.
Mirada perdida, cubierta de llanto.
Deposita sus esperanzas rotas,
en el olvido eterno cubierto de fango.
Con la ilusión de revivir aquella pasión
proporcionada por la cálida compañía de su antiguo amor...
confió su carne marchita a la misma suerte.
Como si fuese podredumbre,
un festín de lujuria y degradación
para quienes se precipitan como aves de carroña:
buitres, cuervos intrépidos
sin conciencia y piedad alguna
por aquella alma desgraciada.
Frotó su cuerpo contra muchos otros,
encontró el embriagante éxtasis que brinda el sexo.
Sin embargo, no recibió amor.
Amor... anheló conocer el significado de dicha palabra.
Nunca fue valorada, nisiquiera amada,
y con el estigma de ramera
coronado en la frente,
sus esfuerzos por saber serán en vano.
Resignada ya,
la desdichada prostituta enloqueció.
Su vehemencia, consumada bajo los brazos
de aquellos que permanecieron el el anonimato
se ha perdido.
De aquella impetuosa y delicada joven nada quedó:
tan sólo hubo un rostro demacrado y ausente...
Fue en esa hermosa noche
en que la luna mostró un rostro iluminado como nunca antes visto,
donde invocó a la muerte
quien le dio una daga de plata
con el que...
su vida arrancó
y en un mísero suspiro, su sangre derramó.
Ahí, bajo el roble donde aguardó el término de la tormenta
reposa su cuerpo, indemne, pese al paso de los años.
Aquella mujer que una vez estuvo llena de vida,
Aquella mujer que una vez estuvo llena de vida,
siempre será recordada
como la puta desdichada
que esperó el amor...
y éste nunca llegó.
By Vissnasjäl
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